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domingo, 21 de noviembre de 2010

Un dia cualquiera, en una clase cualquiera.

Jueves. Segunda hora. Las 8:50 de la mañana.
Terminando la clase de naturales, después de una intensa sesión de debatirse entre dormirte o no, luchando contra ti mismo para que no se te cierren los ojos, sin desearlo, y escuchado las leyes del señor Mendel mirando el reloj para que los ultimo 10 minutos de clase que quedan terminen rápidamente, disimulando de vez en cuando que estas siguiendo la lectura que tu compañero de al lado está realizando, mientras el compañero que está sentado a su otro lado está intentando que se ría mientras lee, para que toda la clase se ría, tu cierras de vez en cuando los ojos, definiéndolo como parpadeos largos, que finalmente acabara con la cabeza apoyada en la mesa y durmiendo los 5 minutos que quedan de clase.
Cuando la profesora de naturales se marcha de la clase, despidiendose de nosotros, todo el mundo se levanta de sus mesas para hablar con el compañero que tiene al lado. Algunos cometan lo fascinate e intensa que ha sido la clase y otros simplemente de dedican a contarle su vida al otro.
Mientras tanto yo me voy despejando, me levanto, me estiro y me froto los ojos para quitarme las legañas de los ojos. Ya me siento persona, estoy despierto.
Mientras todo esto ocurre, el profesor de educación física entra en la clase, dando los buenos días, soltando la carpeta encima de la mesa del profesor y diciéndonos que ya podemos bajar a las pista, hoy toca resistencia.

Las 9:05 de la mañana.
Ya estoy completamente despierto, con ganas de moverme después de haber estado una hora sentado en una dura silla de madera.
Una vez en las pistas, en casa sesión de educación física, le toca a un compañero distinto realizar el calentamiento y el estiramiento.
Primero empezamos dando varias vueltas a las pistas, realizando distintos ejercicios dictados por el compañero que se encarga de ello; cada dos pasos nos agachamos y saltamos, carrera lateral o carrera hacia atrás son algunos ejemplos.
Después nos ponemos todos en un gran círculo y nos ponemos a realizar la parte de movilidad articular; empezamos por el cuello y terminamos por los tobillos.
Finalizamos con estiramientos, estirando los músculos del tren superior( bíceps, tríceps, esternocleidomastoideo, ...) y  los del tren inferior (cuádriceps, esquiotibiales, gemelos, psoas, ...)
Mientras estiramos, la mayoría de nosotoros nos ponemos a hablar contándonos cosas o simplemente, como realizamos monótonamente, hablamos del futuro viaje de fin de curso.
Cuando terminamos de calentar, el profesor nos explica en que va a consistir la clase de hoy. Hoy tenemos que hacer 10 sprints y tenemos 1 minuto entre sprint y sprint. Si hacemos el sprint en 20 segundos, tendremos 40 segundos para descansar y tomar aire antes del otro sprint.
Nosotros somos como la naturaleza, que tiende a estados de mínima energia, por eso siempre soltamos un ''jopé, yo no tengo ganas''.
Cuando empezamos con el primero, lo hacemos sin ningún problema, muy motivados y sin cansarnos, pensando que no sera nada, pero lo malo es que después viene el segundo y después el tercero y así hasta diez.
Cuando vas por el quinto, uno está ya pensando en que va por la mitad y le queda la otra mitad.
Ya por el sexto, esto te empieza a gustar. Te gusta eso de correr y despues pararte, apollarte con las manos en las rodillas y cojer aire, teniendo una sensación de felicidad. Inconscientemente mi cuerpo está empezando a liberar endorfinas, y eso me hace sentir eso, más feliz.
Después de terminar el ejercicio de los sprints, cambiamos al juego que durante nuestra infancia conocimos como ''gavilán''. Uno la quedaba, ese se ponía en medio de la pista y el resto teníamos que salir en oleada para conseguir pasar sin que nos pille es que la queda, si te pillan tu también la quedas, y así hasta que quede uno que, digámoslo de esta manera, ganaba el juego.
Después, nos poniamos por parejas y por tríos, hasta que terminemos la clase...

Las 9:55 de la mañana.
El profesor manda que nos subamos ya a clase para cambiarnos y echarnos desodorante encima del sudor para disimular el olorcillo.

Todos llegamos hablando de lo cansado que estamos o como suelo hacer yo, directamente diciendo '' hay que hambre que tengo''
Justo cuando estas total mente despierto, después de una hora de no parar de moverte para nada, te toca volver a esa silla de madera dura. Pensando en lo larga que se me hará la siguente clase, y la tentación que tendre de pegarle un bocado al bocadillo de jamon que tengo envuelto en papel de plata, en la mochila a mi izquierda.

Las 10 de la mañana.
Comienza la siguiente clase y sin quererlo, tus ojos empiezan a parpadear, cada vez, más y más lento hasta que te quedas dormido. En esos momentos uno piensa lo tonto que ha sido por no haberse acostado a las 23:30 en vez de a las 00:30, haciendo el gamba delante del ordenador y sin pensar en eso, en que mañana hay colegio, hay que madrugar y despues te pasa lo de siempre, que te quedas dormido.

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